miércoles, 2 de febrero de 2011

Una tade como otra cualquiera, bajaba esa cuesta que bajo cada día, pero había algo que no era igual a los demás días, había un pequeño detalle distinto. Era feliz, simplemente yo, sin necesitar nada, nadie, solo dejé de pensar por un momento en el pasado y en el futuro y fui feliz, me puse los cascos al máximo y empecé a escuchar canción tras canción, todas forman parte de nuestra vida, pero siempre hay alguna que se queda para siempre, y que, cada vez que la escuchas te hace sacar una sonrisa, ese recuerdo vuelve a ti inconscientemente y en ese momento, en esos 6 minutos y 51 segundos, quieres vivir toda la vida con esta sensación de felicidad, parece que no se va a acabar jamás, que siempre le vas a tener ahí. Pero llega el último segundo, y su recuerdo se empieza a ir como los últimos acordes de esa canción, ya has bajado la cuesta y casi llegas a tu casa, esa sonrisa que antes tenías se ha convertido en melancolía, en necesidad de tenerle y has dejado de pensar en el presente, has vuelto al pasado, a esos momentos en los que estabais juntos, en los que escuchabais esa canción que parecía hablar de vosotros. El único inconveniente, es que ya no estas aquí; y que quiero un presente junto a tí, Nuestro Presente... pero para eso, tienes que estar a mi lado.