miércoles, 31 de octubre de 2012

Eh tú, sí, tú. Aparca a un lado la timidez y los protocolos. Despójame de mis ansias de libertad. Esta noche soy tuya. Olvídate del "vísteme despacio que tengo prisa". Desvísteme tan rápido como te sea posible, que la noche, como nosotros, es joven. Rómpeme la boca a besos, no te preocupes, la reconstruiremos de la misma forma. Arráncame mis "peros" y mis "yo nunca". Haz que me olvide de si soy o no feliz. ¿Qué más da? Vamos a mantenernos despiertos toda la noche. Que se joda de envidia el Sol al vernos, que hace mucho tiempo que a la Luna le duele la cabeza. Memoriza cada poro de mi cuerpo, que no van a parar de susurrar tu nombre. Haz que se unan nuestras respiraciones en una sola, eso sí, entre cortadas. Haz que cierre los ojos con solo oler tu perfume. Haz que tu cuello sea mi lugar preferido de tu cuerpo. Haz que no quiera salir nunca de esta cama. Haz que mañana pase todo el día durmiendo.
Y así fue como empezó todo, con un cielo azul con nubes de finales de septiembre y la necesidad de encontrar la inspiración perdida. Todo comenzó de casualidad como quien dice, con esas malditas cuatro palabras resonando en mi cabeza: 'Te echo de menos.' mientras veíamos cómo el frío se iba aproximando. Despedimos el verde de las hojas con demasiadas sonrisas y recibimos a la lluvia y al viento sin preocupación alguna. Todo fue cuestión de varios instantes, instantes que no llegaron a minutos, que terminaron perdiéndose en el tiempo. Y hoy estoy aquí. Sigo buscando mi inspiración perdida, luchando con mi corazón para que no me arrastre al lado malo, al lado demasiado bonito. Sigo resistiéndome a confesar, a confesarlo todo, a contaros detalladamente cómo octubre ha ganado la apuesta, ha conseguido lo que se había propuesto conseguir. Hoy estoy evitando explicaros cómo octubre ha llegado al fondo, muy hondo de mi corazón y ha decidido acampar allí por un tiempo.
Querido octubre, lo has conseguido, me has enamorado.
¡Vamos, levántate! Las primeras luces del día ya iluminan tu ventana, los pájaros más madrugadores ya cantan en el balcón de la vecina y un nuevo día te espera ansioso. ¡Vamos, atrévete! sal a la calle con cualquier pantalón y cualquier camisa (eso es lo de menos) pero eso si, con una sonrisa de oreja a oreja. Siente el frío como acaricia tus mejillas y extiende bien los brazos, abre tus pulmones y respira..respira tan fuerte como puedas. Olvida el paraguas en casa. Suéltate el pelo y siente como las gotas de lluvia juegan con él, ríen, se divierten a sus anchas. Salta también en los charcos y que se empapen bien tus calcetines nuevos...¿qué mas da? Aspira con profundidad el aroma de las aceras mojadas y de las hojas esparcidas por la carretera. Ahora cierra los ojos y déjate llevar..¿qué te apetece bailar? baila...mueve tus caderas al son de las gotas que chocan impacientes contra el asfalto... Y sobre todo disfruta, que momentos así, hay pocos.
Sique tu camino. Que te guien tus pies y tu carozón sin importar la dirección, el lugar o el momento, solo ten en cuenta la gente que quieres que te ayude a levantarte en cada caida que te des en cada uno de tus obstáculos. Ese camino que te ayuda a saber que quieres hacer y con quien quieres hacerlo en cada instante, ese camino que te ayuda a guiarte en tu propia vida sin importar lo que te digan ni lo que dejen de hacer, tú síguelo. Guiate de tus propios pasos.

domingo, 7 de octubre de 2012

Te dejaré de querer cuando dos más dos sean siete, cuando los sapos críen pelo o cuando estornudar se haga con los ojos abiertos, osea se NUNCA.

¿Qué hay más típico que prometer La Luna? Quizás sería más fácil que mi corazón no se parase al verte, pero... ¿Quién soy yo para negarte promesas? ¿Quién soy yo para decidir sobre tus cosas? ¿Quién soy yo para prohibirte cosas? O mejor dicho ¿Quién soy yo en tu vida?
Puede ser que aveces, las nubes se vean demasiado perfectas desde La Tierra, lo mismo le pasó a Alicia al entrar a la madriguera de ese conejo, ella esperaba un mundo completamente diferente al nuestro ¿Y que se encontró allí? A un picaporte parlante, un conejo preocupado por el tiempo, a una reina histérica, una fiesta de no cumpleaños, unas flores cantarinas, un gato que desaparece, mil y una pociones diferentes...
A lo mejor, pensaba que por el simple hecho de ser otra dimensión, otro lugar, otro mundo... solo por el simple hecho de ser El País De Las Maravillas, iba a ser perfecto... Alicia, mi querida Alicia... te queda mucho por aprender. 

Volver a soñar, que sea mi príncipe azul, que alcance la perfección, que me convierta en la persona más feliz del universo. Sólo él consigue despistarme de mi rutina diaria, me hace olvidar todo lo demás. Me quita tiempo y me da vida. Sigue siendo el mismo de siempre y sigue tratándome como a una reina. Es lo mejor. Que la única que falla soy yo, porque no me supe disfrazar de la princesa de sus sueños. Pero que aún así, sigue estando, y ¡nadie sabe cuánto me gusta esto!
Te das cuenta de todas las cosas que parecía que os unían solo os han ido separando poco a poco.
Te das cuenta de que en estos últimos veintiséis meses no ha cambiado nada.
Sigues mirándole con la misma sonrisa tonta del primer día, sigues buscando su mirada en la habitación para que descoloque tu mundo, sigues sonriendo después de cada beso.
No es el primer chico que te dice lo guapa que eres o lo mucho que te quiere, y tú eso lo sabes.
Pero lo que sí sabes es que es el primer chico que te mira como lo hace él.
Nunca viste unos ojos marrones que te miren tanto.
Y tú tampoco has mirado nunca a nadie como le miras a él.
Nunca habías mirado a una persona y habías visto en ella a la persona más maravillosa del mundo.
Nunca te pudiste olvidar de la manera en la que hablaba, de la manera en la que te cogía la mano disimuladamente mientras que tú te hacías la tonta pero solo pensabas en que nunca te soltara.
No te pudiste olvidar de vuestras miradas cruzadas de diez segundos, sí, esas, las mismas miradas cruzadas que pretendíais que los demás no notaran.
Nunca pudiste aprender que, tal vez y solo tal vez, ya sea demasiado tarde para darte cuenta de todas las cosas en las que piensas ahora. 
Nunca pudiste aprender a hacer las cosas en su momento.
Él nunca supo irse y hacer que te olvidaras de todo.
Las malas experiencias son las que nos hacen fuertes, las que crean un escudo a nuestro alrededor, gracias al que cada vez duelen menos ciertos problemas. Hacen una capa protectora. Que no, que no es invencible, que volveras a llorar, que volveras a sentirte desnuda frente a las cosas que van sucediendo, que seguiras siendo debil debajo de esa coraza. 
Y ¿por qué? Porque sin momentos tristes no veriamos los alegres, si nunca nos sentimos mal no sabremos lo que es sentirse bien, volar por encima del resto y si no existiesen esas personas que te complican la vida jamas veriamos a los verdaderos amigos. Porque la vida no es perfecta, nunca llegara a serlo, pero se hace mas llevadera con esas personas a tu lado.
La lluvia golpea mi ventana con fuerza, los días pasan y las decepciones aumentan..Salgo a la calle y siento el frío que abraza inesperadamente mi piel y me recuerda al mismo frío que siento en mi interior pero que en este caso, aguarda en mí, como a la gente que necesito y que hoy por hoy, no está. Voy en busca de algún motivo por lo cual sonreír pero como otro día más, no obtengo resultado. Me doy la vuelta y vuelvo a mi casa mientras siento como el viento se lleva con él mis ganas de ir hacia adelante, mis sentimientos.. pero no los recuerdos, esos recuerdos que parecen vivir en mí, como de un virus se tratase y que aunque quiera.. no puedo olvidarlos. A veces, querer no es poder, es un '' quiero y no puedo '' y tengo que acostumbrarme a ello, pero nunca aprendo. Miro al suelo, mis piernas avanzan, paso a paso, y mientras mi cabeza se llena de preguntas, dudas, que probablemente, nunca tendrán una respuesta. Casi he llegado, y es ahí, cuando la primera lágrima cae, y se junta con la lluvia, ya no distingo que roza mi cara húmeda, y siento que el mundo, otra vez, me ha comido a mí. Me siento y me apoyo en la primera pared que encuentro por la calle, cierro los ojos, imágenes aparecen por segundos, una tras otra, volviendo a momentos en el que yo era feliz y recordándome otra vez, que en mi día a día, no lo soy. Vuelvo abrir los ojos mientras, llena de impotencia, doy un golpe al suelo. Sigo empapándome bajo una lluviosa tarde y el sol parece ser que se haya escondido entre las nubes, pero me da igual, ya que no hay medio que pare la tormenta que siento en mi interior y que ya no puedo ocultar más en mí.