martes, 3 de febrero de 2015

Hay veces que las cosas pasan y no tienes ningún por qué. Hay veces que uno está mal y no tiene motivo o quizás sean tantos motivos que ya uno hasta ha perdido la cuenta.
Hay otras veces que en esos momentos de bajón a pesar de tener mil y un motivos para sonreir y estar bien uno se queda con el único motivo que le hace estar mal. Y no se sabe por qué. Que el invierno enfría y quema nuestras ramas. Que no somos de piedra y nuestros sentimientos se congelan... y nos hacen balancearnos en una cadena de si, no, quizás, presente, pasado, o tal vez futuro...