martes, 28 de diciembre de 2010

εїз


Me encantan las altas horas de la mañana, pasearme por la ciudad y sentirme sola. Me gusta lo nuevo, lo distinto. Me gusta que lo nuevo sea viejo. Me gustan las cosas antiguas. Me encanta romper la rutina, y los dejá vu. Son tan misteriosos, como los sueños. Amo soñar. Nunca sabes que puede pasar en un sueño. Me encanta lo imprescindible. Intercambiar apretones de mano. Me gusta el contacto físico, no especialmente los apretones de mano. Me gusta dormir al lado de una persona, no necesariamente rozándola. Y mirarla sin que se de cuenta. Y despertarla con un beso, una mirada, una sonrisa. Y seguir mirándola durante un buen rato, antes de hablar. Y no hablar, porque, no hace falta.
Y querer estar contigo ya cuando acabo de subirme al bus. Y seguirte siempre por la ventana hasta perderte entre la multitud. Sonreír al pensar que no es un sueño. Y desear que nunca acabe. Y no conocerme cuando estoy contigo. Y no pensar en ni un sólo momento del día en otra cosa que en ti. Y en cuanto quedará para volver a verte. Y no querer pensar en otra cosa.
Sonreír sin que nadie sepa por qué. Sólo tú y yo. Y nunca haber querido tener a alguien tan cerca. Sentir tu piel en mis manos. Oler tu pelo en los mios. Saborear tus labios. Hacer que cada beso dure demasiado. No separarnos nunca. Pero que nunca no sea bastante.
Las mariposas de estoy a punto de verte. Las largas horas de espera que ciertamente son minutos. Odio la palabra adiós. Y que los días tengan 24 horas más para pasarlas contigo. Y 26 más para soñar contigo.