martes, 22 de febrero de 2011


 Desde pequeña, me han enseñado a soñar con mi principe azul, ese que salia de un cuento de hadas ese que es guapo, alto, sonrisa perfecta.
Desde niña, he imaginado como sería mi propio cuento, ese que debería tener final feliz, que acabara con "..y vivieron todos felices y comieron perdides".
Noches y noches soñando con ese precioso cuento. Mi cuento, no acaba así. Acaba como nunca llege a pensar que acabaría.
Tantas noches y días escribiendo los papeles que llenan mi mente con su puto nombre, pidiendole ese mismo deseo una y otra vez a las estrellas, levantandome todas las mañanas media hora antes para rascar la costra de su inicial para que nunca se quite.
Me he dado cuentaa, que aunque haga la costra sangrar, ¿por eso me va a querer? Pues no, eso es para no olvidarme de él.
Para tener un motivo para levantarme, y por el que seguir adelante. Por él.