jueves, 3 de febrero de 2011

Me jugaría la boca por morder tus labios.

Dibujar su inicial por todos lados, e incluso en tu mano. Sonreír cuando te habla como si fuera lo más gracioso del mundo y decirle con esa vocecita que solo te sale con el, que es tonto. Obsesionarte con las llamadas perdidas, su voz y sus mensajes interminables. Creer que su olor ha de formar parte de cualquier molécula de oxigeno que inspires, que sus pupilas y su iris van a acabar de trastornarte, porque esos ojos verdes son encantadores. Tararear esa canción porque así te acuerdas de él en todo momento. Eso, eso exactamente, es de lo que te hablaba.