martes, 11 de enero de 2011

Hoy era el gran día. Tomé mi pequeña maleta y cerré con cuidado la habitación que había sido mía durante 18 años mirándo como el pasado y el dolor se quedaba atrapado ahí. Caminé con cuidado de no despertar a mis padres y bajé las escaleras lentamente. Puse sobre la mesita del salón la nota explicándole a ellos que no me buscaran, que me iba para lograr ser feliz.
Y me embarqué en un texi hasta la parada de trenes. Pagué al chofer y saqué rápidamente mi escaso equipaje. Busqué con la mirada mi objetivo y ahí se encontraba, despreocupada y sumido en sus pensamiento, él. Corrí a su lado y al sentirme abrió sus ojos dedicándome una de sus bellas sonrisas. Besé brevemente mis labios para tomar mi mano y coger el tren que ya iba a partir. A su lado emprendía otra etapa de mi vida, una en que el amor iba a ser nuestro fiel compañero.