miércoles, 29 de diciembre de 2010

...

La mayor parte del tiempo los seres humanos nos sentimos
seguros. Por medio de la religión hemos sentado bases
para lo más temido : lo desconocido. Pero en esta práctica,
hemos creado límites para nuestra mente; el sólo pensamiento
de que después de la muerte seguiremos existiendo nos da una
seguridad que de otro modo no podríamos tener, sin embargo
esta seguridad nos ha dado la idea de que somos seres
perfectamente definidos y que no podemos sobrepasar los
mismos límites que hemos creado, por lo tanto en el caso
de que algo rompa estos límites, le tememos, y en un
intento de defender nuestras creencias existenciales
lo borramos de nuestra mente de cualquier forma posible.

Sin embargo, la vida es muy peculiar. Nuestra propia
conciencia puede a veces liberarse de los límites,
aunque sea en una muy pequeña parte. A veces, cuando
nos miramos en el espejo, y analizamos nuestra vida
desde un punto de vista externo, podemos ver cosas
horripilantes... Podemos ver que realmente hemos
actuado sin saberlo. No hemos tomado nuestras
propias decisiones, todo simplemente ha pasado
de alguna forma. Somos máquinas, y nuestro único
propósito es sobrevivir, pasar la vida, pero a
veces nos parece que no somos nosotros quienes
pasamos la vida, sino que somos simples
espectadores en un universo donde todo ya está
decidido, y donde no podemos concebir la idea
de que al terminar la vida, se termina todo.

Pero esto no nos importa mucho, porque no hay
nada que podamos hacer. Lo que nos lleva a
pensar... que somos realmente muy pequeños
en un universo inmenso.
Teniendo en cuenta que nos encontramos en
un universo probablemente infinito, con
un casi infinito número de galaxias, cada
una con un inimaginable número de estrellas,
muchas de estas estrellas con planetas orbitando
alrededor de ellas, y algunos de estos planetas
albergando civilizaciones inteligentes o simples
formas de vida, no somos para nada importantes.
Piensen en esto: Qué importancia tiene un solo
humano de seis mil millones de humanos en total,
en una civilización de incontables millones?

Nuestra propia respuesta puede a veces
ser aterradora.